“Cuando se observa el comportamiento de los niños, en seguida llama la atención el entusiasmo con que se dedican a explorar su entorno, agitando las piernas y extendiendo los brazos hacia lo desconocido. Parecen pequeños científicos que intentan hallar el sentido del mundo que les rodea. Sus errores se convierten en parte de su experiencia y el fracaso no les arredra, pues no les hace sentir humillación ni desconcierto, sino un renovado deseo de seguir explorando… Para este viaje hace falta estar dispuesto a cometer errores y a sacar partido de ellos, disposición que constituye la esencia del aprendizaje”.
El cuerpo recobrado Michael Gelb