Amamos ver a los niños pequeños porque todavía no saben esconder lo que sienten. Nos derrite su timidez, nos derrite su confusión y nos derrite también su alegría. Y puede llegar a ser igual de hermoso el que a los adultos se nos note lo que de verdad sentimos…
¿Por qué aprendimos a esconderlo? Tal vez porque todos tuvimos experiencias en las cuales, al mostrar nuestros tiernos corazones, no fuimos recibidos con la aceptación y el amor que queríamos.
En una ocasión una alumna suya le preguntó a mi mujer Madeleine (quien es clown profesional): “¿De dónde sacas la seguridad para quitarte las máscaras frente al público?” Y ella le contestó: “Lo que me da seguridad es el cariño de la gente: cuando me desprotejo, el público me quiere más… ese cariño es lo que me da seguridad.”