La concentración y las lesiones

Por Madeleine Sierra

Una alumna, contrabajista, llegó a mi clase después de haberse recuperado de una lesión en la parte pectoral, lo cual me recordó la respuesta que tenían mis maestros de teatro para cuando alguien decía: “Me voy a concentrar”. “¿Concentrarte?”, se reían, “¿concentrarte como caldo de pollo Maggie?”.

Lo que querían decir era que la palabra “concentrarse” lleva tensión de por medio, porque es una intención forzada para poner atención a algo. Esa tensión se da porque nunca le preguntamos a nuestro cuerpo si eso es lo que quiere o necesita en ese momento: dictatorialmente lo imponemos.

Todas o casi todas las lesiones provienen de esto: de imponernos una actividad —como la de estudiar la pieza— sin estar presentes en nuestro cuerpo. Simplemente seguimos lo que el maestro dijo, en automático. Estamos en la mente, conectados con exigencias, con juicios propios y de los demás, comparándonos, criticándonos, cumpliendo expectativas de otros. Estudiamos sin detenernos a respirar, a sentir, a permitirnos estar con lo que es, con lo que hay vivo en nosotros.

Desde ahí el estudio va a ser infructuoso, angustioso, enojoso, tenso, y la tensión siempre va a buscar una parte donde posarse en el cuerpo, y lo va a hacer donde ponemos nuestra exigencia y la de los demás.

La clave está en, simplemente, regresar a habitar tu cuerpo, y darte cuenta de cómo te sientes verdaderamente… ya con eso vuelves al presente, en ti, conectado, sin necesidad de ningún esfuerzo. ¿QUÉ HAY VIVO EN TI EN ESTE MOMENTO?

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