Por Madeleine Sierra
Había trabajado con mi alumno pianista el 2ndo concierto de Brahms. Teníamos las imágenes, el sonido era estremecedor, en clase se nos erizó la piel al escucharla. Le dije que ya estaba listo. Su técnica la sostenía muy bien, suelo decirles que la técnica es como las vías de un tren y que el tren es la emoción. Pues su tren corría muy bien por esas vías sólidas.
(Esto de lo que voy a hablar es relevante para todo artista escénico, seguido pongo ejemplos de músicos porque trabajo mucho con músicos).
Ayer fui al recital de mi alumno, fue muy curioso poder ver que todo nuestro trabajo de interpretación había desaparecido, y me pregunté… “¿Y dónde quedó la interpretación?” Mientras lo escuchaba, trataba de ver o de percibir en dónde estaba él (me refiero a su mente y sus emociones) para saber qué estaría pasando.
Y entonces lo vi todo clarísimo:
Y vinieron a mi mente recuerdos de cuando yo pasaba por esa situación, y de cuándo decidí liberarme de las figuras de autoridad, que no me importaría lo que dijeran: que yo tenía que explorar, aunque saliera mal. Estaba por entrar a escena (soy actriz y clown) cuando me avisaron que mi directora se ausentaría unos días de las funciones. Mi cuerpo sintió alivio y de repente me llegó la idea de explorar más allá de la forma que habíamos quedado (espero que no lo esté leyendo jajajaja)… Así y solo así comencé a sentir mi cuerpo, a ajustar cosas y a aprender a volar.
Esta decisión, viene cuando uno está listo, ni antes ni después, y no funciona si uno se fuerza. Las condiciones para que suceda aparecen cuando por dentro ya está el SÍ.