El miedo al éxito

Por Madeleine Sierra


Normalmente somos inconscientes del miedo al éxito, aunque aparentemente triunfar es lo que más deseamos.

Caroline Dream nos comparte la experiencia de su alumna Berta en un taller de clown. Ten presente que en un taller así hacer reír a tus compañeros significa el mayor de los éxitos. 

«Berta era una clown innata, una de esas personas que son divertidas en sí mismas. Tenía mucha imaginación, una amplia expresividad y un tiempo clownesco excelente. Pero tenía un gran problema: no podía mirar al público. Cuando volvió a sentarse después de improvisar por primera vez, comentó: ‘¡Qué sufrimiento! Lo he pasado fatal’. Era muy extraño, pues en el escenario aparentaba estar muy suelta, incluso parecía gozar estando ahí, hasta el punto de que provocaba carcajadas constantes. Pero internamente, se sentía inquieta, en lucha consigo misma. 

Para ayudarla a ver que no tenía nada que temer, que había tenido un gran éxito, pregunté al grupo ‘¿Verdad que ha estado estupenda?’, y todos asintieron. Berta escondió su cara y expresó su rechazo soltando un ‘¡Noooo!’, lo que nos hizo reír de nuevo. En cuanto levantó la vista, le dije: ‘¿Escuchaste?’, ‘Sí, sí’, dijo con su voz bordeando la tristeza. 

El segundo día su lucha interna salió a flote. No pegó ojo la noche anterior y sus defensas estaban más débiles. Yo la animaba a mirar al público y recibir su amor en forma de risas, para así alimentarse de su éxito, pero eso solo le producía más malestar. Sin embargo, como clown expresaba a la perfección ese malestar y nos tenía a todos otra vez disfrutando con su locura, pero cuanto más la aplaudíamos, más incómoda se veía. Al final del día ni siquiera era capaz de salir de detrás del biombo, aunque incluso sin salir nos hacía llorar de la risa, porque expresaba desde ahí su dilema, la desesperación que sentía al ser valorada. 

Seguí mi instinto y mandé a cuatro chicos fuertes del grupo a que la levantaran suavemente y la trajeran al centro del escenario, donde rompió a llorar, lo que de verdad me alegro. Nunca es mi intención forzar a nadie a enfrentarse a un miedo, pero cuando se trata del miedo al éxito, lo que hay detrás es el miedo a recibir amor. Y llorar es abrirse a recibir amor. Es una señal de renuncia a la lucha, de rendición, de modo que pedí a todo el grupo que la envolviera en un abrazo. Berta, desde su interior, susurraba ‘Gracias’, una y otra vez.” 

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