Por Madeleine Sierra
Para conectarte con el compañero con el que compartes un escenario es necesario mirarse a los ojos. Muchos no están acostumbrados y temen la mirada del otro. Algunas veces miramos sin mirar, por la superficie y esquivando la relación verdadera que pueda entablarse.
En mis talleres doy un tiempo para que los participantes se pongan frente a frente y establezcan una relación verdadera, para conocerse y autoconocerse. Cuando hemos perdido el miedo a la mirada de nuestro compañero, entonces se abre la oportunidad de conectarnos más fácilmente, y de establecer algo muy importante que se llama: COMPLICIDAD.
La complicidad se ve y se respira cuando te presentas con alguien en el escenario. Y, más aún, cuando hay una relación de respeto y de admiración mutua entre los compañeros, la función o el concierto exhala una atmósfera de amor.