“Pero yo soy malísima para hablar en público”

Por Madeleine Sierra

Mi alumna estaba por presentarme Lady Day cantando y acompañándose con la guitarra. Primero le pedí que se presentara, y que presentara la canción, imaginándose que tenía un gran público enfrente de ella. Lo primero que me dijo fue: “Pero yo soy malísima para hablar en público”. Cada vez que escucho que me dicen esta frase por dentro me digo: “¿Sí? No creo…”, y enseguida les pido que lo hagan desde el corazón. 

Así es que hacemos las conexiones necesarias para que la presentación sea desde ahí: respiramos, nos permitimos sentir la verdad en nosotros, asentimos a lo que es y a lo que hay en nuestro cuerpo, a las emociones, y las dejamos estar y ser tal cual están, tal cual son. Desde ahí no puede haber ningún error, no puede haber algo malo o incorrecto porque ya estamos validando nuestra verdad. Cuando asumes tu verdad, ya no puedo enjuiciarte. Cuando compartes tu verdad, estoy contigo porque estás compartiendo algo que por lo general está oculto.

Se presentó, presentó el título de la canción y ya iba a tocar cuando le pregunté qué era lo que lo conectaba con esa canción, o por qué la quería compartir. Me dijo que desde pequeña la escuchaba cuando estaba muy triste. Lo que recibí fue una conexión auténtica y verdadera conmigo, que soy su público. Es importante conectar desde ahí porque entonces ya surge la relación. Recuerda que el escenario es un juego de establecer relaciones.

A veces no nos detenemos a establecer las relaciones por estar huyendo de la verdad, de nuestra propia verdad y de compartirla con los demás. Entonces todo se establece a nivel superficial, defensivo, en lucha o huida. Estamos en el “como si”, que es un “lugar” común desde el cual nos relacionamos. “Como si”: siento, “como si”: te escucho, “como si”: te veo… Sin embargo, si queremos entablar una relación profunda de alma a alma (que es lo que comunica el arte), entonces es necesario compartirnos con el otro de manera vulnerable, verdadera.

Se necesita abrir el corazón hacia el otro. Desde ahí no hay miedo, no hay lucha o huida, no hay … porque te sabes tú, y porque desde ahí te validas, porque desde ahí sabes que tu propia verdad es bella y vale. Y eso todos lo tenemos. Nacimos con ello. Nada más es recordarlo.

No importa si eres tímido e introvertido. Lo que importa, es qué es y qué significa para ti la canción, cómo te toca a ti. Ser artista pide desnudarse del alma, seas escritor, músico, actor, bailarín, pintor…, es abrirse a que el público pueda ver dentro de ti, y vivir la historia que cuentas desde lo vulnerable.

Lo vulnerable siempre está conectado con el corazón. De ahí surge la fuerza, es ahí donde genera nuestro empoderamiento ante el otro. No de la mente, que implica un empoderamiento “superior- inferior”, una defensa ante el otro.

La calidad de relación que se entable con el público, y con los compañeros de escenario, viene de la calidad de escucha, de la sensibilidad en la visión sutil de las cosas, del conocimiento que tengas del tema que interpretas, y de la apertura de tu corazón.

Cuando mi alumna toca su verdad, ya estoy ahí con ella conectada en el aquí y el ahora, porque compartir su verdad, conectada con el corazón, vulnerable, es lo que nos une como seres humanos porque todos hemos estado ahí, todos hemos vivido esas emociones, todos las conocemos, todos conocemos el “lugar” desde el cual se dicen (desde la timidez, o la extroversión). Cuando se comparten desde la vulnerabilidad se vuelven algo bello de ver. Ahí nada puede ser aburrido porque lo que surge está conectado con la Vida. 

Somos vida. Y se trata de llevar vida a escena.

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