Por Madeleine Sierra
Derramas agua y mojas todo el mantel…
En el momento en el que estás por caer en el automático de darte latigazos, o de enojarte con el otro (“¡¿Por qué dejaste eso ahí?!”), detente, mira lo que ocurrió (es decir, vuelve al presente), respira (es decir, reconecta con la vida) y permítete sentir la emoción vulnerable, verdadera, que hay detrás del enojo (puede ser tristeza, por ejemplo). ¿En qué parte del cuerpo la sientes? Ahora pregúntate qué tan grave es la situación. ¿Es ampliamente grave, o pequeñitamente grave?… Te invito a ver mi último video.
(Por cierto, para quienes se presentan frente al público o frente a la cámara, practicar esto con los errores caseros es una muy buena práctica, para que más adelante, cuando te llegues a equivocar frente al público, puedas aplicarlo también).