Sobre el enojo

Por Madeleine Sierra

Algunos amigos me han escrito para preguntarme sobre este tema. Personalmente he trabajado mucho sobre el enojo porque ha sido uno de los temas fundamentales en mi vida.

Investigué, transité y sané.

Al principio el enojo fue algo inconsciente, yo no había notado que se presentaba al manejar, o cuando no había acuerdo con alguien, hasta que comencé a notar que casi todo el tiempo estaba enojada. Cuando me vi así, fue para mí un shock. «¿Cómo? Pero si yo soy lo más buena onda que existe» jajajajajajaja.

Comencé a trabajarlo con la Comunicación No Violenta. Con las herramientas de escucha a las emociones me di cuenta que el enojo era la trágica expresión de necesidades no satisfechas y no hechas consciente por mí misma. Entendí que el enojo estaba ahí para darme el mensaje de que necesitaba de algo importante, y me adentré a descubrirlo.

Por otro lado, encontré que el enojo venía de mis creencias, pensamientos y juicios hacia mí y hacia los demás. Es decir, de pensamientos sobre lo que es correcto o no, sobre lo que se debería ser o no ser, sobre lo que estaba bien o mal… Me dí cuenta de que cada «pensamiento-juicio» era una mina explosiva y que en realidad no era el otro el que detonaba mi enojo sino yo misma. Es decir que el otro era el estímulo nada más, digamos que el otro era el gatillo que disparaba mis propios «pensamientos-juicio» sobre un tema u otro. Wow. Ahí comenzó a cambiar todo.

Comencé a observar mis creencias y pensamientos, y me adentré en las profundidades de la «sombra», a la que tanto le solemos temer. Me dí cuenta de que la «sombra» estaba para darme mensajes importantes, y de que mi misión era integrar todo aquello que yo excluía. ¿Difícil? Sí… Se cayó todo mi mundo… ¡Pero se comenzó a construir mi otro mundo de manera consciente!!!

¡Qué rico poder observarme sin juzgarme! ¡Así pude escuchar los mensajes!

El segundo brote de enojo me llegó cuando nació mi hija. Me vino una depresión post parto con una IRA inconmensurable, que me regaló la maravillosa oportunidad de tomar el diplomado de constelaciones familiares para sanar profundamente ese enojo inconsciente.

Así pues, encontré que otra de las causas del enojo es «el movimiento interrumpido hacia la madre». Si cuando un niño es pequeño mamá no tiene espacio para él —para contenerlo y darle presencia— ocurre un dolor inconmensurable en el niño, y ese dolor se convierte en enojo, que al no saber qué hacer con él, se reprime y se guarda muy escondidito hasta que sale…

Entonces nuestra atención se queda ahí… y por quedarse ahí, dejamos de tomar a mamá… es decir… a la Vida. Por quedarse ahí dejamos de tomar el SÍ de nuestra mamá, el asentimiento que ella tuvo (consciente o inconsciente) para concebirnos! 

Cuando lo tomamos, todo, todo, todo vuelve a la armonía…  ¡a la paz con la Vida!

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