Por Madeleine Sierra

(Basado en el Método Sedona).

Respira tres veces por la nariz con la mandíbula relajada, respirando tu respiración, (la boca es la primera puerta del cuerpo, que si está entreabierta o relajada permite el paso para sentir las emociones). 

Permítete pensar en alguna situación de tu vida que estés queriendo cambiar o mejorar (algo que ver con tus relaciones, con tu salud, con el mundo, lo que sea…)

Vas a notar emociones, opiniones, pensamientos y creencias que la acompañan. Dales la bienvenida, y abre un espacio en tu interior para recibirlos y aceptarlos incondicionalmente. Los vas a sentir en alguna parte de tu cuerpo, simplemente detente a percibirlas. Date un tiempo largo para escuchar todo esto.

Por más incómodo que sea déjalo estar, dale la bienvenida, agradécele. Abre y respira. Conoce su naturaleza. ¿Cómo se mueve, si es que se mueve? Si es dolor o contracción, simplemente déjalo, conócelo… Si es hormigueo también déjalo estar, dale presencia.

(Recuerda relajar la mandíbula y respirar por la nariz). 

También pueden aparecer resistencias: deseo de hacer algo al respecto: querer arreglarlo, cambiarlo, controlarlo, apartarlo a la fuerza. Dale la bienvenida a todo esto; también cabe, es “parte de”. El espacio dentro de ti es inconmensurable. Pon atención a tu cuerpo: ¿dónde se presenta esa sensación, o esa contracción? 

Y deja fluir las emociones. Si tienes ganas de llorar llora, y deja que salga, que se libere. Simplemente permítete estar tal cuál estás. 

Puedes preguntarle: “¿qué mensaje tienes para mí?” Y esperar a ver si responde algo. A veces es tu cuerpo el que sabe algo y te responde con alguna sensación, otras veces la respuesta llega a través de palabras. Si no te llega no hay problema, ya con el hecho de aceptar lo que sientes es suficiente.