Por Madeleine Sierra

Es común que los maestros de canto les pidan a sus alumnos que no dejen que la emoción de la pieza que cantan se desborde, para que no pierdan el control de la colocación de la voz. Un problema que puede surgir si intentas seguir esta indicación es que, por estar cuidando que tu emoción no se desborde, tu voz se oiga contenida, cuando lo que queremos es que tu expresión suene plena. 

¿Qué hacer al respecto? 

Cuando veo que algo así está pasando con algún alumno, le pido que cante la pieza dejando que la emoción se desborde, mientras yo le doy contención emocional para que sienta seguro al pasar ese límite que nunca se había permitido pasar. Entonces el alumno podrá, por ejemplo, llorar dejándose tocar por lo que está cantando. 

No es que así lo vaya a presentar frente al público. Lo que sucederá más bien es que, por haberse permitido pasar ese límite, su cuerpo luego encontrará la justeza y el equilibrio en la expresión. Después de haber tenido la experiencia de desbordarse será más fácil que deje de tener miedo a dicho desbordamiento, y por lo tanto pueda encontrar ese punto ideal en el cuál la emoción se libera lo necesario para que la voz suene expresiva, sin que se desborde al grado de que se pierda el control. 

Al principio, como te decía, el alumno necesitará que yo esté presente dándole contención emocional. Más adelante irá aprendiendo a manejar sus propias emociones, convirtiéndose en un observador amoroso que mira sin juicios lo que va apareciendo, para cuidar no irse o perderse dentro de la emoción. 

Sí me ha pasado, con algunos alumnos, que cada vez cantan la pieza vuelven a llorar. Cuando esto sucede probablemente se debe a que hay una herida emocional profunda que atender, lo cual activa una emoción que ya no corresponde a la pieza musical.