Por Rodrigo Suárez Hoffman
Todos sabemos que la primera de estas tres posiciones, en la que la persona está encorvada, no es recomendable. La segunda, forzando la postura erecta y exagerando la curva de las lumbares, es la idea que mucha gente suele tener de una buena postura, pero genera tensiones innecesarias, interfiere con la respiración y puede causar dolores (y es tan cansada que uno suele regresar pronto a la primera). La tercera, sentado en equilibrio, es la más eficiente, sólo que si tratas de imitarla es probable que te pongas rígido. En realidad se trata de una postura dinámica que «sucede por sí sola» cuando te equilibras sobre los isquiones, además de que estás alerta (viendo y escuchando) y no estás apretando el cuello, jalando la cabeza hacia abajo ni acortando tu estatura.