Por Rodrigo Suárez Hoffman
Desde niños nos enseñaron que hay gente buena y gente mala. Si haces algo bueno eres una buena persona y te mereces que te quieran y que te vaya bien, y si haces algo malo te mereces castigo y sentirte avergonzado. Esta forma de pensar la tenemos tan arraigada que ni nos la cuestionamos, no se nos ocurre que pueda ser la causa de mucha de la violencia y de la desconexión que hay en el mundo. Una forma distinta de ver las cosas es reconocer que todos tenemos las mismas necesidades: todos necesitamos aire, vivienda, autoestima, libertad, apoyo, contribución (a todos nos gusta contribuir a enriquecer la vida de los demás)… Todas nuestras acciones son intentos de satisfacer necesidades. Muchas veces por tratar de satisfacer una necesidad descuidamos otra (nuestra o de otra persona). El dolor de las necesidades insatisfechas nos mueve a buscar acciones que cuiden todas las necesidades.