Por Rodrigo Suárez Hoffman
Cuando tenemos una pérdida, grande o pequeña, vivimos un periodo de duelo: si se me pierden 200 Pesos sentiré un pequeño duelo que tal vez me dure media hora, y si pierdo un ser querido es probable que el duelo me dure dos años o más. El duelo es diferente cuando estamos conectados con nuestras necesidades que cuando tenemos pensamientos que nos desconectan de ellas: si se me pierden esos 200 Pesos, y reconozco que si me siento arrepentido es porque para mí es importante cuidar la economía de la familia, mis sentimientos no tendrán la misma calidad de contracción que si me la pasó diciéndome: “¡Eres un idiota! ¿Cómo se te ocurre…?”