Por Madeleine Sierra

En el taller de clown se suele lograr un ambiente grupal de mucha aceptación y compañerismo. En un ambiente así la mirada del grupo, libre de juicios, funciona como catalizador, ayudando a que cada participante viva la experiencia de mostrarse cómo es, sabiendo que pertenece.

Alain Vigneau (en su libro “Clown esencial”) nos comparte la experiencia de una participante de su taller de clown que había dejado el ballet años atrás, decepcionada: 

“En una improvisación [frente al grupo], ya vestida con su nariz roja, le puse un pasaje de la música de El lago de los cisnes. Estas son sus palabras posteriores: 

‘Empezó la música y simplemente me transformé: yo era de nuevo la primera bailarina que tengo dentro, todos esos prejuicios negativos quedaron enterrados. Me sentía en el Auditorio Nacional ante un gran público, que se sorprendió y me vio tal como soy, una personita íntegra que solo necesitaba bailar para sentir que en ella también hay amor y soltura. Los saltos tomaron altura hasta dejar ver esa mujer, mientras que con cada paso mi niña disfrutaba más. Me sentí plena.

Nunca pensé que podría volver a encontrar el tesoro que el ballet había dejado en mí, que ahora me pertenecía de nuevo y brillaba para mi público’.

Para completar el relato de este espléndido momento debo añadir que, espontáneamente, buena parte de las mujeres del grupo se habían levantado a su vez y, poniéndose sus narices de goma, le habían seguido en sus pasos y saltos. Este baile de narices rojas, que incluía primera bailarina y cuerpo de ballet, era un cuadro inmensamente bello, hermoso y genuinamente surrealista, que nos emocionó profundamente a todos, yo incluido”. 

Y para ti: ¿Hay personas en tu vida que te hagan sentir aceptada o aceptado, cuyas miradas ayuden a que tu potencial y tu creatividad se puedan manifiestar?