El cansancio de aparentar

 

Por Madeleine Sierra

 

“Mi percepción es que anida en el fondo de nosotros un cansancio íntimo, casi vergonzoso, que apenas podemos reconocer en la intimidad de nuestro camerino particular, cuando se apagan las luces del escenario de la vida cotidiana. 

 

Cuando uno, en su soledad, se va quitando el maquillaje de la vida social, profesional o familiar, y suspira, percibiendo de forma difusa cuánta energía ha gastado durante el día para parecer un excelente profesional, un padre riguroso, una buena y amorosa esposa, una persona inteligente, amable, segura y eficiente, que corresponde a la norma y cumple con todos los requisitos que se esperan de ella, en ese momento, fuera de las miradas y las exigencias de un mundo implacable, en el silencio de la verdad que se impone, como el alba al amanecer, uno suspira, y en ese suspiro susurran nuestros anhelos de ser nosotros mismos, sin tanto esfuerzo, sin tanto requisito. 

 

En ese ligero movimiento de hombros yace nuestro anhelo de poder ser sin aparentar, de poder existir sin pagar nada a cambio de nuestra pertenencia al mundo: como si ser fuese suficiente…”

 

Alain Vigneau en “Clown esencial”.

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