Cómo integrar emociones a la música cuando viene de varios instrumentos

Por Madeleine Sierra


Estábamos montando una pieza para piano y cello. Mis alumnas llegaron un poco tarde, y con las prisas dejaron sus cosas y rápidamente ya se estaban acomodando para tocar. Por dentro sentí: “Ahhhhggggg nooooooooooo” y les dije “¡Momento!… Si comenzamos así, ya de trancazo, ¿cómo va a salir la música?”, y me dijeron que así siempre comenzaban… “OK, lo primero es salir del automático y regresar a habitar el cuerpo, así es que vamos a jugar”. Al jugar rieron, se relajaron y se abrieron a nuevas actitudes, emociones y corporalidad.

Ok paso uno: listo.

En seguida tomaron sus instrumentos y ya iban a tocar cuando volví a sentir: “Aggghhhhh noooooooo” y les dije “¡Momento!  Si comenzamos así, ya no de tan trancazo, pero aún un poco… ¿cómo va a salir la música?”, y me dijeron que así siempre comenzaban. “OK, lo segundo es conectar con el tema…”

Como eran dos y no una, y la voz principal venía del cello, y el piano apoyaba y acompañaba, entonces propuse que la pianista escuchara la propuesta de la cellista: le pedí a la cellista que le comunicara a su compañera qué quería decir con esta pieza y qué imágenes tenía. La pianista estuvo de acuerdo de unirse a la propuesta, entonces le pedí que escuchara al cello. Y después le pedí a la cellista que escuchara al piano.

Ok paso dos: listo.

Ahora les pedí que la tocaran escuchándose una a otra. Noté que, cuando la cellista dejaba de tocar, su mente se iba a otro lado, como anticipando su entrada, y dejaba de escuchar al piano. Así pues, su intervención venía desconectada del juego del piano. Iban cada quién por su parte. Paré y ahora les propuse que se integraran en una escucha mutua y que siguieran escuchándose sutilmente desde el punto cero (“el punto cero” quiere decir abrirse a acoger lo desconocido, lo nuevo, en presente puro).

Les advertí que probablemente la interpretación quedaría en segundo plano, y que no importaba, lo más importante sería atender la escucha y seguirse sin dejar un segundo de escucharse.  También les pedí que no se olvidaran de compartir con el público (yo): les dije que cada desarrollo del tema era como un rico chocolate que ellas estaban probando, y que mi deleite vendría de que disfrutaran de los sabores diferentes que daba cada uno.

¡Wow! Lo que pasó a continuación fue magia. Ahora sí sucedió que en ningún momento me desprendí de la música que producían, no me fui a la mente con pensamientos porque estaba involucrada en el desarrollo dramático de la pieza. Cada nota cobró su matiz. Se escuchaba el fluir entre el piano y el cello de una manera sutil y sensible. Fue un deleite.

Ahora veremos si esto se logra con público de verdad en las siguientes tertulias, ya que cuando hay público todo cambia…

Open chat
¿Tienes alguna duda? Contáctanos
Hola! Escribe las dudas que tengas para poder ayudarte. Te responderemos lo antes posible.