Por Rodrigo Suárez Hoffman
Mucho se escucha hoy en día que es importante aprender a poner límites, y en gran medida estoy de acuerdo: me parece muy sano aprender a escuchar mis señales internas para darme cuenta de qué acciones de otras personas entran en conflicto con mis necesidades, y así poderlo expresar a tiempo. También me parece importante darme cuenta y expresar a tiempo cuando algo que yo hago por otra persona entra en conflicto con mis necesidades. Sólo que la frase “poner límites” me suena como que le estoy diciendo a la persona: “De aquí no pasas”. Me gusta más lo que propone Miki Kashtan: en lugar de que le pongas un límite a la otra persona, puedes decirle cuál es tu límite, en el sentido de: “Hasta aquí es hasta donde puedo llegar yo”. Es como decir: “Me importan tus necesidades, me gustaría darte más, y al mismo tiempo conozco cuál es el límite de mis capacidades”.