“… entonces vi cómo el gato se levantó, salió de la casa, luego volvió a entrar y se echó a descansar. Entonces me di cuenta de algo muy profundo: el gato hace lo que quiere…”.
Yo lo entiendo así: Lo natural es que los humanos también hagamos lo que queremos: recibimos un estímulo del exterior o de nuestro interior que nos provoca una emoción; esa emoción nos mueve a hacer algo para satisfacer una necesidad; una vez que queda cubierta la necesidad sentimos satisfacción.
Al crecer en civilización aprendemos a suprimir muchas de nuestras emociones y a no hacer mucho de lo que queremos. Es verdad que dejarnos llevar por el primer impulso no siempre es la mejor manera de satisfacer nuestra necesidad (aunque a veces sí), pero yo pienso que siempre hay que hacerle caso a nuestras emociones porque hay sabiduría detrás de ellas; si no les hacemos caso suprimimos nuestra energía vital.